“Es muy importante el debate en los grandes teatros para que puedan mantenerse a la altura de sus nombres históricos”- LA NACIÓN
Londres, Guadalajara, Estocolmo, París… Entre aeropuertos y noticias se movió Isaac Hernández las últimas semanas. Después de ponerle el cuerpo a Creature, el nuevo ballet de Akram Kahn, y de estrenar la reversión de Raymonda que Tamara Rojo hizo para el English National Ballet (ENB), el reconocido bailarín mexicano hizo gala de sus otras facetas debajo del escenario: cruzó el océano para acompañar el relanzamiento de escuelas gratuitas de danza en su país y, de vuelta en Europa, posó para una nueva campaña de Montblanc, la marca que lo tiene como embajador y que le retribuye su compromiso apoyándolo en los proyectos que el artista, de 31 años, emprende en su afán por hacer la cultura más accesible e inclusiva.
Sin más, ni menos: es otro año en el que su agenda bulle, casi como antes de la pandemia. Ya había comenzado 2022 con un anuncio en letras de molde que sorprendió al mundo de la danza: Hernández y Rojo -con Mateo, por supuesto, el hijo que la pareja tuvo hace un año- se mudarán pronto a California. Para el “mercado internacional de pases”, todo un suceso: ella verdaderamente revolucionó con su gestión el ENB en la última década y su convocatoria para tomar las riendas del San Francisco Ballet abre una gran expectativa. Para él, regresar como figura principal a la compañía que fue el trampolín de su estelar carrera es, de alguna, manera como completar una primera vuelta al globo.
En medio de todo esto estaba Hernández a mediados de febrero cuando sintió que debía tomar una decisión personal: dar de baja su visita a la Argentina en respuesta a la salida de Paloma Herrera de la dirección del Ballet Estable del Teatro Colón. Con la sobriedad que lo caracteriza, había confirmado su postura a LA NACION. ”Es bien difícil, porque es un teatro que todos los artistas del mundo respetamos y admiramos muchísimo. El escenario del Colón para mí es muy importante -explica-. Pero traté de ser congruente conmigo y, por el respeto que le tengo al trabajo artístico de Paloma, me pareció lo más sensato cancelar”.
-¿Cuál sería ese criterio artístico al que adherís?
-No conozco la situación del día a día en la compañía, pero mi experiencia de cuando estuve ahí me dejó algo muy claro: que ella quería hacer las cosas bien. Y eso se aprecia mucho de cualquier director artístico, sobre todo cuando se sabe que no es fácil históricamente llevar la dirección del Teatro Colón. Aprecié todo eso que veía hacer a Paloma para que tanto Margarita [Shrayner, del Bolshoi], como [Vladimir] Vasiliev y yo nos sintiéramos respaldados, con la mejor preparación posible para presentar Don Quijote. Eso es en lo que yo confío, en que ella tenía las mejores intenciones para esta temporada. Estaba haciendo un gran trabajo con la programación y me parecía importante respaldarla, porque una programación así no la puede hacer cualquier persona, hay que tener un posicionamiento y credibilidad artística para lograrlo.
-La decisión es difícil, además, porque significa que no sabés si volverás al Colón.
-Y entiendo que como organización puede ser también difícil para ellos. Trato de ver las cosas lo más objetivo posible. Estoy en mi mejor artístico, técnico y físico, y me encantaría regresar a ese escenario. Cuando uno toma decisiones así nunca sabe las consecuencias reales. Independientemente de si tengo de nuevo la oportunidad de volver al Colón, yo quería estar bien con mi decisión, y sentía que las cosas iban a ser muy diferentes sin la dirección de Paloma para esta producción [Giselle] que habíamos planeado juntos. El teatro fue muy amable en su respuesta, la verdad es que lo lamentaron y entendieron por qué lo hacía. El Colón es una gran institución que estará ahí por mucho tiempo y espero que haya disposición en un futuro para construir un proyecto juntos. Quiero que quede claro que esto no es un posicionamiento de un lado u otro sobre la situación que vive una institución, sobre la cual no puedo opinar. Simplemente es importante para mí apoyar a una persona que está tratando de mejorar, de ver hacia el futuro, de reimaginar lo que significa un bailarín profesional
-La gestión y la mirada a futuro son temas de tu mayor interés.
-Son preguntas que a mí siempre me han interesado y creo que son conversaciones muy difíciles que se viven en los grandes teatros, como en la Ópera de París, la Scala de Milán, en Roma. Es muy importante el debate, que se puedan plantear diferentes modelos y estudiar la manera más propicia para llevar a estas organizaciones hacia un futuro que les permita seguir creciendo de una manera sustentable y mantenerse a la altura de sus nombres históricos. Esto no es algo exclusivo del Teatro Colón, esta conversación la hemos vivido en México, la he vivido a la distancia con la situación de París que mencionabas en uno de tus artículos. También por estas razones me parecía importante definirme por no participar en esta ocasión: hay una conversación importante que está impactando en la vida cultural del país y, por lo tanto, prefiero dar un paso atrás y permitir que suceda.
EDITORA JEFE DE CULTURA
Texto Original: Periódico la Nación